Hasta hace relativamente poco
pensar en Jessica Lange era recordar a
la mujer de Edward Bloom en Big Fish. Y, también, que existían dos mujeres en
la vida del protagonista: Lange y todas
las demás. Esta historia que se repite durante las dos temporadas de
American Horror Story (acentuando la segunda,
Asylum): La serie se divide entre Jessica y todos los demás.
La segunda temporada, en la que me
centro, nada tiene que ver con la primera. Son dos historias sin ningún vínculo
en común más que el reparto que las componen. Con una Lange que arranca de mala
malísima, (una mujer que nada tiene que ver con el cuento de hadas que nos contó
Burton), una monja despiadada, homófoba (y en un principio, hasta sádica) que
acaba convirtiéndose en el personaje más humano de Briarcliff, el manicomio que dirige.
"Mi personaje ha sido capaz de ser excesivamente violento, a excepción
de la escena con Ian McShane (Bad Santa). La violencia emocional es
mucho más interesante para mí que la física" declaró Lange. AHS Asylum se
atreve a aunar el terror más gore, así como el psicológico y el sentido del
humor más absurdo en un número musical del que Jessica sale sobradamente
airosa, demostrando su curtida y camaleónica piel de actriz como pocas.
“Pensé que nos habíamos pasado de la raya y que no saldría adelante esa
escena. Es salvaje. Me alegro de que haya gustado tanto. Y me alegro de que no
termine de humillarme. Ryan quería verme como Dusty Springfield. Hicimos una
especie de flashback para establecer un nexo de unión con mi personaje en los
años cuarenta. En esa época había sido cantante en una banda. Quise dar
luz entre tanta sombra y Ryan, pese a que no soy cantante, me lo permitió”.
A todo esto hay que sumarle la
continua compañía de Sor Sonrisas, una
monja cantautora que triunfó en los años 60 con la canción que suena en la
serie, la hermana, reconocidamente lesbiana y progresista, acabó suicidándose
junto a su pareja años después. Así es como el feliz ‘Dominique-nique-nique’ que la propia Lange obliga a poner una y
otra vez en la sala de reunión del manicomio, convierte el tétrico escenario en
un diminuto y claustrofóbico cuarto durante los momentos de tensión.
La serie, a diferencia de la anterior
American Horror Story, va in crescendo, regalándonos unos capítulos finales
difíciles de igualar (la anterior serie fue descendiendo de nivel, tal vez a causa
de envolverse en una trama un poco más tópica que la poliédrica Asylum). Y el
personaje de Lange, esa maldita monja que
deseas encerrar en su propio manicomio durante los primeros capítulos acaba por
demostrar ser el más leal, y tal vez hasta noble de todos los personajes que
componen esta pedazo de serie. Pocas actrices serían capaces de esto, pero ya
lo dijo el gran pez; están Lange y todas
las demás, pues eso.
Lo mejor:
Lo peor:
- ¿Qué fue de los aliens?
- El ‘trauma’ y autopsicoanálisis del asesino en serie
Sobre la tercera temporada Lange
comentó…
“Quise cantar y bailar este año pero todavía no he pedido nada para la
tercera temporada. No sé muchos detalles. Sé que Murphy tiene ideada una
historia, un lugar... pero no hay nada claro. Cuando sepa los detalles, pensaré
en qué pedir.”